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Los voluntarios, el cuerpo y el alma del Festival

Los voluntarios, el cuerpo y el alma del Festival
Cada edición aumenta el número de voluntarios para trabajar en el Festival de Jaca. Aunque parezca mentira. Hijas e hijos que siguen a sus madres y padres. De generación en generación. Otros nuevos que se lanzan a la aventura. Gracias a ello, el Festival Folclórico de los Pirineos, que se encuentra entre los certámenes culturales más importantes de su estilo y con más arraigo en Europa, sigue cumpliendo años. Ya sólo queda una edición para que tengamos que apagar cincuenta velas. Y así se cumple la máxima inapelable de que “sin voluntarios, no hay festival”, característica inherente a la propia identidad del evento.

Este año, más de trescientas personas, unos de Jaca y otros no, realizan una extraordinaria labor, invirtiendo su esfuerzo para que todo funcione correctamente durante las largas jornadas del festival jacetano. Los pequeños fallos son inevitables.

Es un acontecimiento que mueve diariamente unas dos mil personas y que celebra quince actuaciones de otros tantos grupos en seis lugares distintos cada día, aparte de incalculables actuaciones de más de veinte grupos folclóricos por diferentes y alejados lugares de la ciudad, además de organizar, paralelamente, otro tipo de numerosas actividades sociales y culturales. En total, más de cien actuaciones sobre escenario, además de otras doscientas, aproximadamente, en plena calle. Ante este balance, ante estos abundantes números, se disculpan los errores. Cuando hay voluntarios, los errores no existen, desaparecen y se convierten en pequeños fallos sin importancia… Eso lo sabe bien todo el que conoce el Festival.

Este año, más de trescientas personas, unos de Jaca y otros no, realizan una extraordinaria labor, invirtiendo su esfuerzo para que todo funcione correctamente durante las largas jornadas del festival jacetano.

La organización está formada por voluntarias y voluntarios de todas las edades que se reparten en distintas comisiones: Artístico, Acompañantes, Voluntarios, Azafatas, Prensa, Alojamientos, Comidas, Movilidad, Protocolo, Recepción, Información, Comunicación, etcétera. Todos ellos, cada uno en su tarea, desempeñan una labor fundamental e imprescindible para el buen desarrollo del festival. Todo está supervisado por la organización. Los voluntarios se encargan de los detalles: actuaciones, desplazamientos, intérpretes, comidas…

Las jornadas laborales de los voluntarios del festival jaqués no tienen precio: La mayoría de ellos a las ocho de la mañana ya están pululando por las calles, por los despachos, por las oficinas, por los hoteles, por los pabellones, por los colegios, por el Palacio de Congresos y por tantas otras partes. No se dejan ni un rincón de la ciudad sin “patrullar”. Muchos de ellos, a las dos de la mañana se retiran a descansar. No hay dinero para pagarlo.

Este año, más de trescientas personas, unos de Jaca y otros no, realizan una extraordinaria labor, invirtiendo su esfuerzo para que todo funcione correctamente durante las largas jornadas del festival jacetano.

Son cuatro días sin parar, sin descanso, sólo aptas para “valientes”… Hay que estar impregnado y tocado por el mítico “espíritu del festival”…Un buen número de voluntarios comienzan a trabajar en la organización del Festival varios meses antes de que llegue la correspondiente edición bianual. Las últimas semanas anteriores a la inauguración oficial son intensas y los últimos diez días, aproximadamente, estresantes, a contrarreloj. Pero los voluntarios responden, no flaquean.

Los hay veteranos pero también muy jóvenes. Desde ocho o nueve años hasta sesenta y tantos (o más…), tenemos voluntarios para todos los gustos. También los hay “novatos” que ya están aprendiendo la dureza de ser voluntario del Festival. Es todo un título, un empleo que imprime carácter. Sin duda, todo un trabajo con el que bastantes voluntarios llevan ya unas cuantas décadas haciendo posible el Festival, lo que significa mejorar la reputación de Jaca como ciudad, ponerla en el mapamundi y elevar su categoría turística. Ya llevan más de cincuenta años, toda una vida, dedicándose a organizar el Festival Folclórico de los Pirineos que, como todo el mundo sabe, nació en 1963 impulsado por el Centro de Iniciativa y Turismo (CIT) de Jaca.

Este año, más de trescientas personas, unos de Jaca y otros no, realizan una extraordinaria labor, invirtiendo su esfuerzo para que todo funcione correctamente durante las largas jornadas del festival jacetano.Resulta indispensable la capacidad de improvisación y el trabajo en equipo. Es un compromiso que requiere experiencia, conocer muy bien Jaca y conocer el festival en todas sus dimensiones. La jornada laboral para los voluntarios del festival nunca se acaba.

La comisión de acompañantes, por ejemplo, está pendiente todo el día de que los miembros de los grupos, muchos de ellos extranjeros, se sientan a gusto, que tengan sus necesidades cubiertas y que, sobre todo, se encuentren en buenas condiciones para que luego puedan dar lo mejor de sí mismos encima del escenario y por las calles de Jaca.

La comisión de azafatas se encarga de dar la información sobre el festival desde las mesas distribuidas en distintos puntos de la ciudad: dónde se encuentran los escenarios, los horarios de las taquillas, los puntos de venta, y toda la información necesaria que a diario es mucha. La mayoría de los más pequeños hacen esta inacabable labor.

Este año, más de trescientas personas, unos de Jaca y otros no, realizan una extraordinaria labor, invirtiendo su esfuerzo para que todo funcione correctamente durante las largas jornadas del festival jacetano.

Grandes y chicos son de otra esencia, están hechos de otra pasta, se preocupan de que se resuelvan todos los problemas. Un voluntario nunca te dejará tirado. No sienten la fatiga ni el cansancio. Vocación de servicio. Entusiasmo personificado. Lo del voluntariado está pasando de padres a hijos, de generación en generación. Se lleva en la sangre…

Por todo eso los voluntarios son el alma y el cuerpo del Festival. Cualquiera que conozca un poco el festival de Jaca sabe que “sin voluntarios, no hay festival”. Y el Festival pasó a formar parte también, hace ya tiempo, del alma de Jaca, de su orgullo de ciudad, de su hecho diferencial.